MEMORIAS DE GRECIA – Aurora Martín Domínguez

Mart�n-Partenón

El sonido de mi despertador me abrió los ojos a las 5 de la mañana. Apenas media hora después, cargué mi maleta en el coche y arrancamos hacia el aeropuerto. Tenía una extraña sensación, mezcla de optimismo e impaciencia.

Barajas nos saludó tras el primer vuelo, era un aeropuerto inmenso, con unas estructuras amarillas que serpenteaban por el techo.

En el viaje de Madrid a Atenas nos sirvieron de comer en el avión. El azafato fue muy amable con nosotros, no me puedo quejar…

Sobre las 5 pm llegamos al aeropuerto de Atenas y todos sacamos el móvil e hicimos lo mismo: leer el sms que nos mandaban las compañías de móviles diciendo «Bienvenido a Grecia» y que te contaban cuánto iban a costarte las llamadas y mensajes.

En un autobús nos dirigimos al hotel ateniense «King Jason», donde pudimos acomodarnos un poco para luego salir a pasear y ver la ciudad. Este día que llegamos era carnaval. Allí la tradición es comprar unas mazas de plástico de un color chillón, que suenan parecidas a los martillos de colores que se compran a los niños pequeños, y salir a pasear con ellas para, al cruzarte con alguien, darle un toque con la maza.

Nos dejaron una hora y media para ir a cenar y, cuando terminamos, nos acabamos uniendo todos en la plaza donde habíamos quedado para cantar y bailar sevillanas y darnos con las mazas con los griegos. Cuando los profesores llegaron, se les asomó una sonrisa al vernos tan derrotados pero tan contentos.

Al día siguiente vimos la Acrópolis, el Partenón, las Kariátides, el monte de las musas…¡Qué vistas!¡qué preciosidad! El horizonte no dejaba ver dónde terminaban las casas. ¡Atenas es enorme!.

Otra tradición del carnaval es volar cometas. Figuras de papel coloreaban el cielo ateniense haciéndose cada vez más pequeñas y meciéndose con la suave brisa.

El Museo Arqueológico de Atenas fue una de las cosas que más llamó mi atención, tantas y tantas obras de arte que veía en mis libros de texto y enciclopedias, en la televisión… y ahora estaban allí, delante de mí. Era una sensación agradable y excitante, como de sorpresa.

Más adelante visitamos la playa de Lepanto, en el golfo de Corinto, donde nos dejaron descansar una hora fuera del autobús. Me senté entre las piedras, cerré los ojos y respiré hondo. El olor a mar me llenaba (siempre lo ha hecho). Me senté en los columpios y miré al horizonte. Se veía el final de un golfo, el mar azul y algo parecido a un peñón muy grande. Se me antojó Gibraltar y comenté en voz alta que aquello me recordaba a Cádiz, pero alguien me arrancó una sonrisa diciéndome que Cádiz escondía más historia entre sus piedras.

En Olimpia, la huelga de electricidad en Grecia nos hizo pasar un mal rato. El hotel en malas condiciones y el trato autoritario y desagradable nos abrió los ojos e hizo que los que habían estado quejándose durante lo que llevábamos de viaje se replantearon sus protestas.

En el estadio olímpico, el museo, el teatro y las catacumbas de Olimpia, el profesor nos remitió a la historia y los mitos que los rodeaban, haciéndonos sentir como si estuviésemos allí, viendo las carreras y las tragedias griegas…

En Delfos volvió a abandonarnos la luz y nos movimos por el pueblo a oscuras, guiándonos únicamente por alguna linterna y los móviles de los compañeros; hubo algún que otro susto entre las oscuras escaleras y las calles empinadas.

Kalambaka era un pueblecito muy rural. Parecía que estabamos en el Norte de España. El hotel no tenía nada de rural y fue uno de mis favoritos.

Antes de volver a Atenas, vimos dos monasterios en los que, por motivos anticuados, las chicas debíamos taparnos con una falda o un pareo de la cintura hacia abajo. Aunque llevásemos pantalones y no se nos vieran las piernas, tuvimos que taparnos. Los monasterios eran preciosos, pero eran los dos iguales…

Cuando volvimos al hotel King Jason en Atenas, nos aseamos y preparamos para salir al restaurante típico de Grecia, donde tomamos la cena al son del folklore griego más tradicional. Aún a pesar de algunas quejas, la cena fue un éxito. Nos sirvieron con abundancia, mucha variedad y con mucha amabilidad. El agua fue nuestra ruina (vamos a coger fama de ranas), porque la comida era muy especiada y consumimos cerca de diez botellas por mesa.

La vuelta en los aviones fue rápida . La mayoría estaba impaciente por ver a sus familiares y amigos.

Aún cuando me asomo a mi ventana, recuerdo con nostalgia aquellas vistas tan impresionantes, el bullicio de las calles de Plakka, los regalos de las tiendas de souvenirs; los kebabs (allí «gyros»), ensaladas y saltsikis…Y se me vienen a la memoria todos los buenos ratos que pasé y que pasamos todos; y me prometo a mí misma que cuando pueda volveré, porque está lejos, pero siempre estará allí, esperando viajeros y enamorados que vayan a contemplarla y a fascinarse con su encanto y belleza.

Siempre nos quedará Grecia

GRECIA 2008 – Gloria Molina Ruiz

 

 

 

  

Este año los alumnos de 1º y 2º de Bachillerato hemos hecho un viaje de descanso (que nos lo teníamos muy bien merecido) a Grecia.

Nuestro viaje empezó el sábado día 8 de marzo a las 6 de la mañana en el aeropuerto de Sevilla. Allí nos encontramos con nuestros profesores: Don Antonio Castro, doña Socorro y don José María.

Aproximadamente a las 7:15 empezamos a embarcar al avión, algunos muy nerviosos porque era nuestro primer viaje fuera de España. Nos quedamos un rato en la sala de espera y ¡por fín entramos en el avión!.

Después de una hora de viaje llegamos a Madrid, donde tuvimos que esperar hasta las 11:35 para coger nuestro próximo avión que nos llevaría a nuestro destino, Atenas.

Tardamos tres horas y media en llegar y allí nos estaba esperando una mujer con un autobús para llevarnos hasta el hotel. Nos repartieron las habitaciones, dejamos las cosas y nos fuimos a dar un paseo por la ciudad. Todos nos quedamos muy sorprendidos porque, nada más llegar al centro de la ciudad, vimos que todas las calles estaban abarrotadas de gente disfrazada y con una especie de porra de distintos colores en la mano, dándose porrazos unos a otros. Pero al poco tiempo nos metimos en la cultura griega,  y en el tiempo libre que nos dejaron los profesores, unos cuantos se compraron unas porras y empezaron a darse con los propios griegos y otros cuantos estuvimos cantando y bailando sevillanas en la calle.

Luego, sobre las 11, los reunimos otra vez con nuestros profesores y nos fuimos al hotel, nos dieron las instrucciones para la mañana siguiente y nos fuimos a nuestras habitaciones a ducharnos y meternos en la cama.

Al día siguiente nos despertamos a las 7:30 de la mañana y nos fuimos en metro hasta la Acrópolis, donde visitamos las calles de alrededor, con sus museos y edificios correspondientes, y fuimos a visitar el panteón. Después de visitar el panteón fuimos a un montecito que estaba al lado y nos sentamos allí para ver las vistas de la ciudad, mientras oíamos a nuestro profesor Jose María contando mitos relacionados con lo que estábamos viendo.

Por último, fuimos a otro montecito que estaba un poco más lejos y más alto y nos separamos en dos grupos: los que queríamos subir andando y los que queríamos subir en el teleférico. A los 5 minutos nos encontramos todos en la cima y estuvimos viendo la puesta de sol mientras contemplábamos la maravillosa vista de la ciudad. Finalmente, nos fuimos a cenar a una plaza que estaba al lado del hotel y, por último, nos encaminamos al hotel para dormir.

El segundo día nos levantamos a la misma hora y fuimos al museo de la Acrópolis, pero estaba cerrado y no pudimos verlo, así que fuimos a ver una especie de capillita que estaba de camino hacia un barrio muy típico de allí. Estuvimos andando por el barrio hasta la hora de comer, comimos en un bar típico y luego seguimos por la parte donde estaban todas las tiendas para poder comprar recuerdos. Estuvimos andando y viendo monumentos que nos encontrabamos a propósito por el camino hasta llegar al mismo barrio donde cenamos el primer día con muchas mas tiendas. Nuestros profesores nos dieron tiempo libre y nos dimos una vuelta y cenamos. Sobre las 11 nos volvimos a reunir y nos fuimos al hotel.

Ya llegamos a nuestro tercer día de viaje, nuestro último día en Atenas. Este día fue más calmado. Por la mañana visitamos otro monte donde los griegos solían ir para volar las cometas y donde se podía ver otra vista de la ciudad. Más tarde fuimos a ver el ágora griega. Nos dispusimos a comer y después paseamos por otro barrio para ver el ágora romana. Cuando terminamos, visitamos una iglesia y nos dejaron tiempo libre para comprar hasta las 11, hora en que nos debíamos encontrar de nuevo para volver al hotel.

A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano para coger el autobús y a las 8 de la mañana marchamos rumbo hacia el itsmo de Corinto. Allí hicimos una parada para sacar unas cuantas fotitos y seguimos hasta Epidauro, donde visitamos su impresionate teatro y sus alrededores. Luego fnos dirigimos a la ciudad de Micenas, donde visitamos la tumba de Agamenón. Cuando terminamos de verla, nos subimos otra vez en el autobús para ir a un restaurante a comer. Luego partimos hacia Olimpia, llegamos al hotel y nos fuimos a cenar. Volvimos al hotel para el pase de lista e irnos a la cama a las 11.

A la mañana siguiente nos levantamos también temprano y nos fuimos hasta Delfos, donde pasamos la próxima noche, fuimos al hotel a dejar las maletas y salimos a dar una vuelta por el pueblo y a cenar. A las 11 volvimos a la recepción del hotel para que los profesores pasaran lista y nos fuimos a nuestras habitaciones a descansar.

A la mañana siguiente nos montamos en el autobús y nos fuimos hacia Kalambaka, donde estaban los monasterios de Meteora que iríamos a visitar a la mañana siguiente. Llegamos al hotel y los profesores nos dieron tiempo libre para comer y dar un paseo para conocer el pueblo. Y, como siempre, a las 11 en el hotel.

Por la mañana fuimos a ver los monasterios tan altos y hechos en la montaña y más tarde iniciamos el viaje de regreso a Atenas. Por el camino hicimos una parada para ver el monumento a los 300 que lucharon en el paso de las Termópilas (a ninguno nos pareció el paisaje como en la película).

A las 8 de la tarde llegamos a Atenas. Nos dirigimos al hotel, nos arreglamos y nos fuimos a una cena en un restaurante típico con música griega, y a la 1 o así, llegamos al hotel.

Por la mañana nos levantamos y fuimos a ver un ágora, pero estaba cerrado y fuimos a hacer las últimas compras para nuestras familias. Nos fuimos a comer y volvimos al hotel para coger nuestras maletas e irnos al aeropuerto, donde tuvimos que esperar un poco y empezamos a facturar las maletas. Al poco tiempo, embarcamos y salimos de Atenas a las 16:55, llegando a Madrid a las 19:35. Estuvimos en el aeropuerto de Madrid esperando el próximo avión hasta las 22:10 y llegamos a Sevilla a las 23:10. Salimos del avión y llegamos a la sala donde se recogen las maletas, las cogimos y salimos todos juntos de la sala para reunirnos con nuestros familiares.

Y así acabó nuestro maravilloso viaje a Atenas. Todos estamos muy contentos con este viaje y nos lo pasamos muy bien. Les damos las gracias a los tres profesores (especialmente a José María), que estuvieron con nosotros y nos estuvieron enseñando todos los lugares más importantes de Grecia.

GRACIAS.

Molina-Meteora