IRENE NÉMIROVSKY SU «SUITE FRANCESA» – Miriam Trochez Rollán

Irene Némirovsky nació en una familia acomodada, aunque no tuvo una infancia fácil. Su madre nunca la quiso, ya que estaba obsesionada por mantenerse joven, de manera que no aceptaba que su hija creciera y, durante mucho tiempo, la obligó a vestir como una colegiala, para que pareciera menor de lo que era.

Irene se casó en 1926 con Michel Epstein, con quien tuvo dos hijos. En esta época ya es una escritora famosa, pero sus orígenes judíos se convierten en un impedimento en la época que le toca vivir, pues en 1939 comienza la Segunda Guerra Mundial. En 1942 es detenida y enviada a un campo de concentración, donde fue asesinada el 17 de agosto de ese mismo año.

Su esposo, sin saber aún que ella había fallecido, hizo todas las gestiones posibles para poder encontrarla. Tras la muerte de su marido, sus hijas quedan bajo el cuidado de una tutora, que logra salvarlas consiguiendo que las niñas crucen la frontera.

Al llegar a Niza, su abuela, la madre de Irene, les dice que, si sus padres han muerto, se vayan a un orfanato. Las niñas llevaban consigo en su maleta el manuscrito de su madre, que conserveron a lo largo de sus viajes de refugio en refugio. Una de las niñas los mecanografió antes de entregarlo al Institut Mémoire de l´Édition Contemporaine. Al mecanografiarlo, se dio cuenta de que no eran simples notas, sino que era una gran novela. Y esta novela, tras su publicación, obtuvo el premio Renadout, que fue el primero entregado a un autor fallecido.

En la mente de Irene, Suite Francesa deberia constar de cinco partes, pero solo tenemos las dos primeras, que corresponden a los días previos a la invasión alemana de Paris. En esta parte se relata la huida desesperada de los ciudadanos parisinos, intentando salvar sus pertenencias más valiosas. En la segunada parte, Francia ya se ha rendido y la mayor parte del territorio está en manos de los alemanes. Al final del libro aparece un apéndice con notas de Irene y una serie de cartas de los años 1936 a 1945.

En esta novela se narra de forma simple pero impactante lo que les ocurrió a las personas que se vieron afectadas por la Segunda Guerra Mundial en Francia, su huida desesperada y, en la segunda parte, incluso la confraternización con el enemigo.

EL ALCALDE DE ZALAMEA – Marina Ayala Fernández

Los alumnos de 1ºC de Bachillerato han tenido que leerse para la asignatura de Lengua y Literatura varios libros durante el curso. El último de ellos ha sido El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca, del cual hago a continuación un breve resumen.

Las tropas del capitán don Álvaro, de camino a Portugal, se detienen en Zalamea, en la casa del labrador Pedro Crespo. Don Álvaro tiene un roce con la bella hija de Pedro, Isabel, pero en ese momento aparece Pedro Crespo y su hijo Juan y se produce un altercado. Don Pedro dice que no quiere perder su honra, pero don Álvaro se pregunta qué honra que puede tener un villano. Llega el general don Lope de Figueroa, quien decide que don Álvaro se vaya a otra casa y él mismo se alojará en la mansión de Pedro Crespo.

La pasión del capitán don Álvaro por Isabel es tan fuerte, que no puede olvidarla, por lo que va a casa de Pedro con unos soldados, rapta a Isabel y se la lleva al monte, donde la viola y maltrata. Juan que pasaba por allí, oye los gritos y acude en su ayuda, sin saber que era su hermana. Juan hiere al capitán y consigue huir de los soldados. Pedro Crespo e Isabel regresan al pueblo, donde Crespo ha sido elegido alcalde. Ese mismo día llega el rey Felipe II, camino de Portugal, cuya corona ha heredado.

El alcalde decide encarcelar al capitán, pero no puede condenarlo por estar acogido a la jurisdicción militar. Entonces don Pedro le pide a don Álvaro que se case con su hija, para restaurarle la honra, ya que, aunque carece de nobleza, es un labrador rico y respetado. El capitán, sin embargo, se niega, por lo que Crespo lo encarcela. Juan también es encarcelado por haber abandonado sus obligaciones de soldado. El general don Lope no consigue sacar al capitán de la cárcel porque el pueblo se lo impide.

El rey le dice al alcalde que no tiene autoridad para sentenciarlo a muerte, ya que juzgarlo corresponde a un tribunal militar. Pero Crespo ya ha ejecutado la sentencia, por lo que se produce un enfrentamiento que termina cuando el rey confirma la decisión de Pedro Crespo, señalando que el alcalde representa la autoridad del rey en el pueblo y que, aunque erró en lo secundario, acertó en lo principal. Finalmente, Isabel decide entrar en un convento y Juan sale de la cárcel para incorporarse al ejército, al servicio de don Lope.