¿PODRÍA PASAR EL I.E.S. TRIANA POR UN HIGH-SCHOOL AMERICANO? – Ana Vara Gabella

Respondiendo a la pregunta del título, ¡no!, tal y como habríais pensado ya la mayoría. Podréis tener cierta idea sobre los intitutos americanos, ya que están presentes en las típicas americanadas, que no son pocas. Seguramente pensaréis que en las películas la exageración está siempre presente. Pero ahí os equivocaréis. Esa exageración de la que os hablo, las animadoras, los jugadores de rugby, las mesas ya distribuidas en el comedor, las taquillas… todo eso es exactamente lo que podemos encontrar en un high-school.

Yo puedo hacer (veremos a ver si soy capaz) que os sintáis como unos auténticos americanos (aunque ya han pasado unos años desde que viví en aquel ambiente). Para que podáis «vivir» un día lo que siente un «american teenager», os invito a seguir cómo sería un día normal.

La primera impresión que uno se lleva del instituto no es nada maravillosa ni nada del otro mundo. Es una fachada de ladrillos rojizos con una gran entrada precedida por varios escalones y en lo alto de la puerta o del edificio, nos encontraremos con la bandera americana. Ahí podríamos encontrarnos con el primer tick (del ojo) en la mañana, ¿Hay en España todavía algún intituto, colegio o incluso guardería con la bandera del país? Adelanto que la bandera no será el primer tick que nos dará.

Bueno, ya hemos cruzado el umbral y una gran avalancha de personas a las que crees no haber visto en tu vida se mueve en todas direcciones. Rubias, altas, delgadas, monísimas, animadoras… Sus nombres suelen ser Katie, Ashlee, Mishelle, y se mueven entre el gentío sin problema alguno. Negros, con pelo a lo afro, pantalones por el culo, cascos enormes que cubren su peinado; o incluso, cuando no están dentro del high-school, radios cargadas al hombro (no es broma). Estos suelen llamarse JC, CJ, TJ; cualquier combinación podría ser aceptada. También nos encontraremos con frikis informáticos, chinos, chicos y chicas rellenitos tirando a la obesidad, los típicos californianos con camisas estampadas, el que te intenta vender cualquier objeto, sea identificable o no. Dicen que la cultura americana está creada a base de muchas culturas; yo sinceramente me lo creo. Y pensar que solamente hemos pasado el umbral. En esa primera fase de la mañana tienes tu primera elección: o seguir adelante o retroceder tres o cuatro pasos y echar a correr a casa.

Toca el timbre y, acto seguido, miras hacia atrás y ya no queda nadie. En ese momento podrías quedarte observando la infinidad de carteles, trabajos, fotos o colores que hay en todas las paredes de los pasillos y escaleras, pero necesitarías toda la mañana y más, así que decides buscar tu clase con rapidez si no quieres que te pongan un «detention»; en ese caso tendrías que pasar tu recreo en un lugar poco recomendable.

La gente se está acomodando en mesas aisladas, conforme tú entras. Pero antes de sentarte (y aqui llega el segundo tick), la gente se pone en pie y, con una mano en el corazón, miran a la bandera que está situada en una esquina de la clase; y tú, por respeto, también te levantas y escuchas con cara de asombro lo que le cantan o dicen a la bandera (no logro recordarlo muy bien). Te llevas un buen rato pensando en la bandera y en lo ridículo que quedaría si llegaras aquí, al I.E.S Triana y pidieras a las ocho y media de la mañana una bandera española para cantarle. Solo te logra librar del ensimismamiento el timbre que anuncia el final de la primera clase y, con rapidez, vas a tu taquilla, sueltas y coges los respectivos libros y te diriges hacia tu próximo destino.

Además de las clases elementales, también teníamos una ruleta en la que dábamos cocina, drama (teatro) y algunas asignaturas más. Estas asignaturas las dábamos semanas salteadas. Estas, y todas las demás asignaturas, son muy prácticas. La teoría también está presente, como siempre, pero se solían basar las clases en exposiciones orales y representaciónes de gráficas, trabajos que se exponían en la pared. Se trabaja de otra forma, para que prácticamente no tuvieras que sentarte en casa a hincar los codos, porque solo de hacer la infinidad de trabajos, resúmenes y deberes ya tendrías la asginatura superada.

Supongamos que ya han pasado cuatro horas de clase y, entre doce y una, te espera un magnífico almuerzo (probablemente poco saludable). El comedor significa mucho para ellos; es como su determinación social. Como ya dije anteriormente, es completamente cierto que las mesas están ya distribuidas y que no se te ocurra sentarte donde no debes. Por supuesto, deberás guardar tu sitio a vida o muerte (por eso hay tantas peleas en las comidas americanas, porque seguramente algún listillo se ha sentado donde no debía). Con respecto a la comida, tienes tres opciones: la primera es traerte la comida de casa, si no quieres transformar tu cuerpo en algo más allá de la obesidad; la segunda sería un término medio y consiste en llevarte tu dinero y elegir cada día algo de la lista (buena elección si sabes elscoger sensatamente); y por último, puedes apuntarte a comer el menú, con el cual probarás suculentos manjares americanos de gran variedad y originalidad.

Si has conseguido llegar hasta este punto del día sin llorar, vomitar, reír atacadamente o sin picores por todo el cuerpo, entonces, y solo entonces, podrás continuar asistiendo al Intituto. Eso sí, cada día es un mundo, no te confíes.