VISITA A ITÁLICA 2008 – Inma Jiménez

El pasado 3 de abril se celebraron en el teatro romano de Itálica (Santiponce) unas representaciones teatrales que no tuvieron desperdicio alguno. Antes de esto asistimos en el emplazamiento de Itálica a un pequeño desfile organizado por los alumnos del centro Miguel de Mañara (de San José de la Rinconada), que imitaba la procesión de Isis.

A eso de las 10 llegamos al lugar, en el que se congregaron alrededor de treinta o cuarenta institutos de toda Andalucía.

A las 11:30 comenzó la primera representación, basada en la tragedia «Las Troyanas», que escenifica la situación de las mujeres troyanas después de la guerra de Troya y muestra el enfado de Atenea cuando los griegos, a pesar de que ella era su protectora, destrozan sus templos en Troya. Por esto, se alía con Poseidón para castigar a los griegos y hacerles pasar penalidades durante el viaje de regreso a su patria, al tiempo que cuenta las penas de Hécuba al convertirse en esclava de Odiseo y al ver los destinos de sus hijas Casandra, Polixena y Andrómaca, convertidas, respectivamente, en amante del rey Agamenón, cuidadora del sepulcro de Aquiles y esclava del hijo de Aquiles.

Tras una pausa de al menos 3 horas para almorzar y dar un paseo agradable por las cercanías, volvimos a entrar en el antiguo teatro para ver esta vez «La aulularia», una comedia sobre un avaro llamado Euclión, que vive angustiado porque ha encontrado un tesoro en su casa y tiene miedo de que alguien lo descubra, por lo cual vive míseramente. Megadoro, su rico vecino, presionado por su hermana Eunonima, pide en matrimonio a Fedria, la hija de Euclión. Este acepta, sin saber ninguno de los dos que Fedria ha sido violada por Licónides, sobrino de Megadoro, y ha quedado embarazada. Licónides convence a su tío para que renuncie a la boda, ya que el parto es inminente, y roba la olla donde Euclión esconde el tesoro que descubrió. Luego un esclavo se la roba a él, pero al final se la devuelve a cambio de su libertad, y este se la restituye a Euclión, quien se da cuenta de que todo lo que le ha ocurrido ha sido por su avaricia, de manera que decide darle la olla a su nieto.

Finalizado todo esto, volvimos a nuestras casas bien cansados y algunos quemados por el sol. Pero satisfechos, un año más, por haber asistido a representaciones sobre obras de la literatura clásica, trasladadas ahora a nuestros tiempos.